Consecuencias de la hipertensión arterial

Contenido del artículo

      • Niveles normales de tensión arterial
      • Consecuencias de la hipertensión
      • Hipertensión en niños y adolescentes
      • Conclusión

Se calcula que alrededor del 43% de la población adulta en España sufre hipertensión, cifra que aumenta año tras año. Son unas cifras estratosféricas y, permíteme la palabra, pavorosas, en parte porque gran parte de la población ignora tanto sus causas como sus consecuencias.

Te expliqué en un artículo anterior cuál era la causa de la hipertensión, donde vimos que factores como el sobrepeso, el estrés o la resistencia a la insulina tienen mucho que decir.

Hoy te muestro las consecuencias de esta hipertensión. Muchos creen que no hay demasiado peligro mientras esté relativamente controlada y no haya picos extremos. Otros que con tomar la medicación es suficiente para frenar sus peligros.

Nada de esto. La hipertensión daña poco a poco, desde el principio y con el paso de los años, y pone su diana en distintos órganos. De hecho, incluso niveles considerados en el último rango saludable pueden ser peligrosos. Veámoslo.

Niveles normales de tensión arterial

Los niveles de tensión arterial de la sociedad occidental actual son, por término general, mayores que los de cualquier sociedad ancestral, incluidos aquellos sujetos con niveles normales o bajos de tensión arterial.

En estas sociedades, incluso tras el envejecimiento mantienen niveles normales de tensión arterial. Dentro de estas poblaciones, aquellos con mayor tensión arterial muestran valores de 120 mmHg para la tensión sistólica (la alta), y de 70 mmHg para la tensión diastólica (la baja).

En cambio, en sociedades industriales se establece como máximo 140 y 90 mmHg respectivamente, considerándose ya alta 130 y 80 mmHg. A estas alturas ya sabrás que una gran parte de la población sobrepasa estos valores, incluso con medicación.

Obviamente, una parte aún mayor de la población sobrepasa estos 120 y 70 mmHg, cuyo rango, atendiendo a lo que vemos en sociedades ancestrales, es alto y no debería ser considerado normal. De hecho, las personas que están en entre los 120-140 y 70-90 mmHg (respectivamente) ya muestran daños.

Cuánto mayor sean los niveles de tensión arterial, mayor es el peligro de desarrollar complicaciones que podrían ser fatales. Como verás, la hipertensión pone su diana en ciertos órganos, siendo los más perjudicados el corazón, el riñón y el cerebro.

Algunas consecuencias de la hipertensión son:

  • Disfunción endotelial
  • Enfermedad cardiovascular
  • Ictus y daños cerebrovasculares
  • Demencia y Alzheimer
  • Enfermedad renal crónica
  • Diabetes
  • Disfunción eréctil
  • Degeneración macular
  • Problemas en el embarazo

Consecuencias de la hipertensión

Daños de la hipertensión en las arterias

Las arterias son, en condiciones normales, fuertes y flexibles. Su lumen se adapta a las circunstancias, aumentando o reduciendo el flujo de sangre según las necesidades del momento.

La hipertensión provoca cambios en la estructura y la función de las arterias de todo el cuerpo. La pared de las arterias se engrosan con el fin de resistir el aumento de la presión, lo que causa un estrechamiento de estas y reduce el riego normal.

Además, afecta al endotelio vascular, que es la capa interna de las arterias, y entre otras consecuencias se ve impedida la vasodilatación de las arterias, necesaria para aumentar el flujo sanguíneo.

Esto dificulta la función principal de las arterias, que es la de nutrir a las distintas células y órganos del cuerpo. Por otro lado, activa los procesos de inflamación, y en este caso la inflamación acelera el proceso de engrosamiento de la pared, lo que inicia un peligroso círculo vicioso.

Estas alteraciones provocadas en las arterias son las que originan el resto de las consecuencias que podemos ver asociadas a la hipertensión.

Finalmente, con el paso del tiempo se puede formar una protuberancia en cualquier arteria del cuerpo que se haya debilitado, formándose un aneurisma (como un globo lleno de sangre). A medida que se hace más grande aumenta el riesgo de que se rompa, lo que podría dar lugar a una grave hemorragia interna.

Hipertensión y enfermedad cardiovascular

Más allá de la disfunción endotelial, la hipertensión tiene otras consecuencias a nivel cardiovascular. Cuando hay hipertensión, el corazón debe trabajar más para poder bombear la sangre. Esto causa una alteración de la propia estructura del corazón, causando un agrandamiento del ventrículo izquierdo del corazón.

Además, aumenta la cantidad de tejido conjuntivo entre las fibras musculares del corazón, lo que aumenta su rigidez y engrosamiento. Esto causa una menor resistencia al esfuerzo. Es decir, te cansas antes. (Disnea de esfuerzo).

A medio largo plazo, se dispara el riesgo de enfermedad coronaria, infarto de miocardio o fallo cardíaco.

Hipertensión y daños cerebrales

La hipertensión arterial es el factor de riesgo más importante causante del ictus o embolia cerebral. Esto se debe a que estas arterias engrosadas no pueden dilatarse ante la entrada en circulación de un trombo, al contrario de las arterias de una persona con valores normales de tensión arterial.

También puede causar microhemorragias o lesiones en la materia blanca del cerebro.

Además, predispone al desarrollo de demencia o Alzheimer y empeora el rendimiento cognitivo, debido a que la hipertensión no solo disminuye el lumen de la arteria, y por tanto el flujo sanguíneo, sino también el número de capilares del cerebro.

Finalmente, la hipertensión predispone a una pérdida en la permeabilidad de la barrera hematoencefálica. Esto es, disminuye su capacidad de filtrado y pasan moléculas y microorganismos que no deberían pasar, lo que contribuye a aumentar la inflamación y la resistencia cerebral a la insulina.

Hipertensión y enfermedad renal

Las nefronas de los riñones se nutren de una gran cantidad de capilares sanguíneos. La hipertensión causa que estos se estrechen o incluso que dejen de regar a las nefronas, por lo que no recibirá el oxígeno ni los nutrientes necesarios.

Poco a poco, los daños que causa la hipertensión van mermando la capacidad filtradora del riñón. Los primeros signos son microalbuminuria (presencia de bajos niveles de albúmina en orina) y la reducción del ratio de filtración glomerular. A medio y largo plazo, puede causar un infarto renal o enfermedad renal crónica, y el paciente puede llegar a necesitar acudir a diálisis.

Hipertensión y daños oculares

La alteración del flujo sanguíneo en los vasos que irrigan el ojo puede producir daños permanentes en él. Podría dañarse la retina y causar una retinopatía, con peligro de originar visión borrosa o incluso una pérdida de visión. A su vez, también podrían dañarse el nervio óptico, con el mismo y lamentable resultado.

Hipertensión y sexualidad

La disminución del flujo sanguíneo que causa la hipertensión arterial dificulta la irrigación sanguínea del pene, lo que puede impedir o al menos obstaculizar la erección del pene.

Las mujeres no os libráis, también tiene efectos perjudiciales, ya que la disminución en el riego sanguíneo de la vagina puede provocar una disminución de la lívido (deseo sexual), sequedad vaginal o dificultad para llegar al orgasmo.

Hipertensión y embarazo

Los problemas relacionados con la hipertensión afectan a entre un 5 y un 10% de los embarazos, con una incidencia superior cada año, debido al aumento de madres con sobrepeso, obesidad, diabetes o avanzada edad de gestación.

Durante el curso de un embarazo normal, la presión arterial se reduce en el primer trimestre de embarazo. Esta se normaliza hacia las 20 semanas de embarazo, y alrededor de la semana 28 se eleva por encima de lo normal.

En mujeres embarazadas, la hipertensión puede ser preexistente (y continuar tras el embarazo), o desarrollarse a partir de las 20 semanas y volver a la normalidad poco después del parto (hipertensión gestacional).

Como habrás adivinado, el primer caso es más peligroso que el segundo, con un mayor riesgo de complicaciones para la madre y para el bebé.

Las mujeres embarazadas con hipertensión tienen un mayor riesgo de preeclampsia y eclampsia, parto por cesárea, parto prematuro, bajo peso del bebé al nacer y muerte perinatal. Además aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares a lo largo de su vida.

Hipertensión en niños y adolescentes

Lamentablemente, los niños y adolescentes no se libran de las consecuencias de la hipertensión.

La hipertensión es una de las enfermedades más comunes en niños y adolescentes, debido al aumento alarmante de casos de sobrepeso y obesidad en esta población. Lo más preocupante de esto es que, aunque los desenlaces fatales tardan años en aparecer, el daño a los órganos se da desde el principio, como la hipertrofia ventricular o la disfunción endotelial.

Por si fuera poco, la hipertensión en jóvenes va acompañada en muchos casos de un exceso de grasa visceral, altos niveles de triglicéridos y bajos niveles de colesterol HDL, todos indicadores de resistencia a la insulina y criterios para el diagnóstico del síndrome metabólico.

Como vimos en el artículo sobre el ácido úrico, la hipertensión va muy ligada a los altos niveles de ácido úrico, y casi el 90% de los adolescentes hipertensos muestran altos niveles de ácido úrico en sangre.

Finalmente, en estos adolescentes se registran mayores niveles de estrés oxidativo y marcadores de inflamación, que indican una inflamación crónica de bajo grado, relacionada con el desarrollo de patologías como la diabetes o la depresión.

Espero haberte dado argumentos suficientes para proteger a nuestros más jóvenes.

Conclusión

La hipertensión es una enfermedad silenciosa. No vemos sus daños, y al principio ni siquiera los sentimos, pero están ahí, y pueden llegar a ser muy graves, eso es seguro.

Como habrás visto, afecta a todas las arterias y capilares del cuerpo, aunque los órganos más afectados son el corazón, el riñón y el cerebro. Sin embargo, también puede otras zonas del cuerpo, como el ojo.

Su incidencia aumenta año tras año, tanto en adultos como en población infantil y adolescente, la cuál sufrirá daños durante más tiempo, precipitando consecuencias fatales. También es cada vez más frecuente en embarazadas, con el consecuente peligro para la madre y para el bebé.

 

Referencias:

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AGRAWAL, Akanksha; WENGER, Nanette K. Hypertension during pregnancy. Current hypertension reports, 2020, vol. 22, no 9, p. 1-9.

LITWIN, Mieczysław; MICHAŁKIEWICZ, Jacek; GACKOWSKA, Lidia. Primary hypertension in children and adolescents is an immuno-metabolic disease with hemodynamic consequences. Current hypertension reports, 2013, vol. 15, no 4, p. 331-339.

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